miércoles, 29 de julio de 2009

Mûmm - Capítulo 5-2: El sueño: 2996-2997

Posiblemente esta parte del capítulo es de lo que más me gusta de la primera parte de esta historia. La relación que tienen todos los miembros de la familia Marth me parece muy especial ya que cada uno es un mundo. 5 hermanos y los dos padres. Quizá, del que menos orgullosa me siento es del padre, que acaba por tener un papel casi invisible, pero que aun así forma parte del mosaico de esta familia como un elemento indispensable.

Está fatal que lo diga porque lo he escrito yo, pero el diálogo del final me ha hecho reír mucho después de haber escrito esas líneas así que creo que si algo puede sobrevivir a una segunda e incluso 3ª lectura, es algo que merece la pena. Podría ser todo así, la verdad, pero los ataques de creatividad fabulosa no pasan tan a menudo como querría...


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Delún se desesperaba. Su madre le había dicho que podían tardar en darle una respuesta, pero aquella espera absurda la estaba poniendo de los nervios. Consideraba que el tiempo era un tesoro y que se lo hicieran perder de aquella manera le parecía una falta de respeto tan horrible que una justa indignación le hacía maldecir a viva voz a las dos órdenes religiosas que gobernaban su país y que eran responsables de su futuro próximo.

Gracias a su madre, Delún había pedido una beca a la Orden de Mûmm, pero hasta que se la dieran podían pasar no sólo días o semanas, sino hasta años. El lema de vida de las sacerdotisas de la diosa era “Seguir el curso natural de las cosas”, o sea, que nadie iba a mover un dedo por gestionar la petición. Delún, en su furia, pensaba que esperarían a que una corriente de aire la depositara en la bandeja de tareas pendientes o algo así.

Su madre le pedía paciencia, pero era incapaz de estarse quieta y mucho menos de estarse callada. No podía esperar a que las cosas simplemente sucedieran. Tenía que ir al Delta YA. Pero no tenía dinero suficiente y, aunque se puso a trabajar para ahorrar, nunca conseguiría lo suficiente para todo el equipo. Aun con la beca necesitaría el dinero, así que mientras esperaba se dedicó a ganarlo. Pero era complicado. Su condición de yark la delataba adonde quiera que fuera y en pocos sitios la contrataban siempre por poco tiempo y con unos sueldos ridículos.

Siempre volvía a casa frustrada y cansada. Su padre trataba de consolarla, pero cuando la muchacha se ponía a enumerarle los obstáculos que le planteaban, el pobre y orondo señor se quedaba sin palabras y se limitaba a darle un beso y prometerle que tarde o temprano todo saldría bien.

Mientras refunfuñaba en la cocina una de aquellas tardes una mano helada se coló en su cuello haciéndole dar un grito. La chica se volvió y vio a uno de sus hermanos reír a carcajadas mientras esquivaba los manotazos de la muchacha.

-¡No se te ocurra tocarme con esas manos!- exclamó la chica furiosa. El joven, cinco años mayor que ella, no podía parar de reír.

-¡Venga ya, Peque!- dijo el chico.- Llego y, ¿qué veo? A la mocosa refunfuñando como una vieja en la cocina.

-Y si refunfuño, ¿a ti que te importa? ¡Todo es un asco! Estoy perdiendo el tiempo, Tamy, y mamá no me ayuda nada.

Tamian seguía riéndose de ella.

-Tenías que haber visto tu cara.- se rió con ganas ante la mirada digna de su hermana y luego hizo una imitación de burla de la chica estremeciéndose de frío. Delún se volvió muy ofendida y siguió haciéndose el sándwich.- Venga, mujer, no te pongas así, era una broma.

-Ya, pero estoy harta de verdad. ¿Por qué no me contestan ya? Hace casi 6 meses que envié la solicitud.

-Las cosas de palacio van despacio.- recordó Tamian sentándose a la mesa.- Quiero un bocata como el tuyo.

Delún miró su sándwich y se lo dio. El joven empezó a comérselo con ganas y la chica se hizo otro.

-¿Y tú?- preguntó ella queriendo cambiar de tema.

-Al final me han dado la plaza.- dijo el joven. Delún se volvió sorprendida y feliz.- ¿Acaso lo dudabas?

-¡Eso es genial! ¿Se lo has dicho a papá?

-Acabo de llegar, Delún, dame cuartelillo.- y le dio otro mordisco al bocadillo. Con la boca llena siguió hablando.- ¿Sabes que además me van a pagar las dietas?

-Vaya… el becario de oro.- dijo admirada la chica.- No sólo te pagan las prácticas, sino que además te dan de comer. Hermano, te admiro.

-Es que soy irresistible, Peque. Soy majo y trabajo bien. ¿Qué más se puede pedir?

Delún reía ante la falta de modestia de su hermano, pero no podía replicarle porque tenía razón, aunque al final se le ocurrió una pega.

-Que termines la carrera, por ejemplo.

-Bah, en 5 meses será historia.- dijo el joven con un gesto de indiferencia.- Y para entonces me habrán hecho socio de la empresa.

Delún volvió a reír mientras veía cómo los gemelos entraban en la cocina arrojando las mochilas a un rincón. Lans fue directamente a la nevera y Teir se dejó caer en una silla. Resopló.

-Qué asco de día…- comentó.

-Únete al club.- comentó Delún.- Lans, la leche se bebe en vaso, no a morro de la botella, pedazo de cerdo.

-Vale, mamá.- contestó con sarcasmo el aludido sin hacerle el más mínimo caso.

-¿Qué ha pasado?- preguntó Tamian.

-En primer lugar, llueve.- declaró Teir con solemnidad.- Eso hace que todo el centro de Dárminal esté hasta arriba de coches y no te puedas mover y llegues tarde a la clase donde distribuyen los temas del trabajo. Cuando llegas te dicen que te toca hacer el estudio comparativo de las líneas de diseño en los barcos de tonelaje medio del ejército en los últimos 100 años, o sea, un tocho de trabajo que ni te cuento. Cuando vas al Ministerio de Marina después de tragarte otros dos atascos y casi comerte a un subnormal al que deberían quitarle el carné te dicen: “Información reservada. No es posible acceder a esos archivos.” Claro, en ese momento flipas y dices: ¿Y cómo voy a hacer el puñetero trabajo? Vuelves a la facultad, sin haber comido y tras dos atascos más, hablas con el profesor y, ¿sabéis qué me dice, el muy imbécil?

-Que te busques la vida.- sugirió Tamian.

-¡Que me busque la vida!- exclamó indignado Teir alzando las manos al cielo.

-¡Bienvenido a la Universidad de Dárminal, hermano!- dijo Tamian radiante y dándole unas palmadas en la espalda.- Vete acostumbrando.

Teir resopló y miró con deseo el bocadillo que Delún tenía en las manos y sin tocar. La chica rodó los ojos y se lo dio. Se puso a hacer un tercer bocadillo.

-Lans, ¿vas a querer?- preguntó antes de hacerse ilusiones.

-Sí, venga.- contestó tras haber terminado por fin con la botella de leche.- Pues mi día ha sido mucho mejor, os lo aseguro.

Y sin esperar que sus hermanos le preguntaran sacó la cartera y de ella una foto de una chica rubia muy guapa. Tamian le dio la vuelta y vio un número de teléfono y un corazoncito dibujado. El mayor sonrió y miró a su hermano con orgullo.

-Me quito el sombrero, Lans.- el aludido respondió al cumplido con una inclinación de cabeza.- Y esta, ¿cuánto te va a durar?

Teir y Delún se rieron a carcajadas ante el dardo y miraron expectantes a Lans, que seguía sonriendo con suficiencia.

-No sé. Ya se verá. Ya sabéis que soy demasiado generoso como para limitarme a dar amor a una sola durante mucho tiempo.

-Ah, sí, claro…- comentó Delún mirándole con diversión escandalizada y dándole el bocadillo.- Eres un cabrón, Lans. No sé ni cómo puedes ser mi hermano.

-No te preocupes, Delún.- dijo Tamian guiñándole un ojo a Teir.- Caerá, algún día caerá y se pillará de verdad por alguna chica y entonces sufrirá porque fijo que no le hará ni caso.

Lans rió ante la idea.

-¡No ha nacido mujer que se resista a mis encantos, Tamian!

-Y pensar que tú tienes mi cara…- dijo Teir.- Qué vergüenza…

Los cuatro hermanos siguieron conversando y riendo hasta que llegó el padre de familia, alto y enorme y empezó a repartir abrazos y besos a sus hijos.

-Hijos, han ascendido a Kair.- declaró sonriente.- Ahora es cabo de la marina. Vuestra madre me lo acaba de decir por teléfono.

-Vaya, ahora estará insoportable…- comentó Lans alzando una ceja. Sus hermanos rieron por lo bajini porque en realidad estaban de acuerdo.

-Le darán permiso dentro de una semana y vamos a ir a celebrarlo por todo lo alto.- informó el padre.- Y será mejor que no os paséis mucho con él, chicos. Ahora más que nunca es posible que le llamen a filas.

El aire de broma se disolvió como por arte de magia. El rumor de guerra que se empezaba a respirar entre Tonkul y Kadondor había puesto en alerta a todo el continente, y muy especialmente a Airedian, la principal interesada en que Kadondor se independizara. El hecho de que al final hubiera guerra hacía que la situación del mayor de los hermanos se volviera insegura. Todo lo locos que eran los hermanos menores, lo compensaba el mayor, Kair, con una disciplina férrea y una voluntad irrompible. Con casi 27 años, el mayor de los Marth se había alistado hacía unos 3 años y desde entonces no había recibido más que menciones de honor y mayores responsabilidades. Por fin llegaba el ascenso y todos sabían que no sería el último. Kair tenía el ejército en la sangre, aunque nadie en su familia podía explicarse por qué, aunque su padre sospechaba que aquello sólo podía venir de la familia de su mujer.

Se les hizo tardísimo, como siempre. Al final Tamian y Delún se quedaron solos en el salón viendo la tele, medio dormidos, pero decididos a no acostarse hasta bien entrada la madrugada. Tamian cambiaba de canal una y otra vez sin ver realmente lo que había en cada cadena.

-Peque… a la cama.- dijo con voz pastosa.

-Voy.

Pero ninguno se movió, uno tirado en el sofá con las piernas en la mesa y la otra tumbada con la cabeza en las piernas de su hermano.

-¿Qué crees que habrá en ese baúl?- preguntó Tamian tras un rato.

Delún se incorporó con pesadez y le miró con sueño. Suspiró.

-No lo sé. Pero estoy segura de que cuando cierre los ojos volveré a ver ese monasterio caer una y otra y otra vez.- suspiró de nuevo.- Es como una pesadilla.

-¿Has probado con la valeriana?

-Sí, y con la meditación, el agotamiento y los somníferos.

-¿En serio?

-Una vez se los quité a mamá, pero como no funcionó no volví a tomarlos.

-¿Y aun así sueñas lo mismo todas las noches?

-Sí. Por eso no puedo soportar la espera de la Orden. Necesito saber si me dan la beca ya o me volveré loca. No puedo dormir bien desde hace meses. No puedo más.

Tamian la miró con los ojos a punto de cerrársele por sí mismos y meneó la cabeza.

-Da igual, te tienes que ir a la cama.- se levantó y tiró de ella.- Vamos.

-Jo… Si total, para lo que voy a durar dormida…

-Menos excusas, que si no luego mamá me mata.

Caminaron hacia el piso de arriba. Delún preguntó en un susurro.

-Viene mañana, ¿no?

-Sí.- Delún se paró en su perta y la abrió. Tamian le dio un beso rápido en la cabeza.- Buenas noches, Peque.

-Nasnoches, Tamy.

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